Cuando tenemos que decidir qué hacer, a veces lo mejor es no hacer nada. Pongamos como ejemplo a Radek Cerny, el mejor portero del Tottenham Hotspur, cara a cara con Cristiano Ronaldo, el joven y atlético centrocampista del Manchester United, hace poco en un penalti en la cuarta ronda de la Football Association Cup en Reino Unido. Cuando Ronaldo estiró la pierna hacia atrás para golpear el balón, Cerny se tiró a la izquierda, esperando que Ronaldo chutara hacia esa esquina, pero la pelota entró como un rayo por la esquina inferior derecha. ¡Gooool!
El error que cometió Cerny, según Ofer H. Azar, fue moverse a un lado en lugar de quedarse en el centro, donde habría tenido más probabilidades de parar el balón. Azar no es ni entrenador ni portero; de hecho, ni siquiera juega al fútbol. Da conferencias en la Escuela de Administración de Empresas de la Universidad Ben-Gurion del Neguev en Israel.
La toma de decisiones
A Azar, no obstante, le interesa la toma de decisiones, y la respuesta que tienen que dar los porteros en décimas de segundo a los tiros de penalti les resulta tanto a él como a varios de sus compañeros un caso de estudio perfecto de la vida diaria sobre las razones por las que la gente toma a veces decisiones irracionales.
Los economistas clásicos suelen criticar los experimentos sobre cómo influyen las emociones en las decisiones financieras porque no conllevan recompensas monetarias cuantiosas. Estudiar a los jugadores de fútbol profesional parece resolver este problema. "Los incentivos son enormes", explican Azar y sus colaboradores en un artículo que apareció hace relativamente poco en The Journal of Economic Psychology.
Y lo que es más: "Los porteros tienen que parar penaltis habitualmente, así que no sólo están muy motivados a la hora de tomar decisiones, sino que, además, tienen mucha experiencia". Los académicos israelíes no quieren irrumpir en la Premier. Lo que pretenden demostrar es que preferir la acción antes que la inacción puede desempeñar un papel importante en toda clase de decisiones económicas. Cuando la economía va mal, los Gobiernos son más propensos a "verse tentados a 'hacer algo'", defienden estos economistas, incluso aunque los riesgos superen los posibles beneficios.
"Si las cosas se ponen feas, al menos podrán decir que han intentado hacer algo, mientras que si deciden no cambiar nada y la situación sigue estando mal (o empeora), les podría resultar difícil evitar las críticas de que, a pesar de las señales de alarma, 'no hicieron nada". Esta forma de pensar puede afectar la decisión de los directores de continuar con la estrategia actual de la empresa o cambiar su curso y, por lo que parece, también la de los porteros de quedarse quietos o tirarse.
Para su estudio, Azar, junto con Michael Bar-Eli, psicólogo deportivo, Ilana Ritov, psicólogo, y dos estudiantes de posgrado, observaron las mejores ligas del mundo y recogieron datos sobre 311 tiros de penalti. Según sus cálculos, si se queda en el centro, el portero tiene más probabilidades de parar el penalti, o sea, un 33,3%, en lugar de un 14,2%, al tirarse a la izquierda y un 12,6% a la derecha.
Sin embargo, cuando el grupo analizó cómo habían reaccionado en verdad los porteros ante esos tiros de penalti, descubrieron que sólo se quedaron en el centro un 6,3% de las veces. La razón, según Azar, está relacionada con cómo se sienten los jugadores después de no parar el balón. Sus especulaciones sobre el fútbol se basan en los trabajos de Amos Tversky y el ganador del Premio Nobel Daniel Kahneman, que exploraron las idiosincrasias de la toma de decisiones.
En un estudio que hizo historia, los dos psicólogos descubrieron que las personas tienen más remordimientos cuando han perdido 800 euros porque decidieron actuar (en este caso, cambiar una inversión) que cuando han perdido 800 euros porque dejaron sus inversiones como estaban.
Lo que querían demostrar Azar y sus colaboradores era que, en determinadas situaciones, esos resultados se podían invertir: cuando actuar es la respuesta estándar -como el hecho de que un portero se tire a un lado de la portería en un penalti-. No actuar podría hacer que una persona tuviera más remordimientos. La consecuencia es favorecer la acción de forma inconsciente.
Para comprobarlo, pidieron a 32 porteros de la Premier League y la Liga Nacional israelíes que clasificaran según una escala del 1 al 10 hasta qué punto se sentían mal después de no parar un penalti. Resulta que cerca de la mitad del grupo respondió que "10", independientemente de la posición en la que estuvieran. En cuanto a los otros 15, 11 se sentían peor cuando se quedaban en el centro en lugar de tirarse a un lado. Los autores reconocen que no son datos categóricos, pero al menos sí que dan a entender que "los porteros se sienten peor cuando les marcan un gol por inacción (quedarse en el centro) que por acción (tirarse)".
Azar y compañía sostienen que "inclinarse por la acción" puede influir no sólo a los porteros, sino también a los inversores cuando deciden vender sus valores (acción) o dejar su cartera como está (inacción) al bajar el precio de éstos, y a los trabajadores cuando deciden buscar un empleo mejor o quedarse en la misma empresa.
Fuente:BancayNegocios.com